Salud y equilibrio hormonal son dos conceptos inseparables. No existe el uno sin el otro. Las hormonas son sustancias orgánicas secretadas en su mayoría por glándulas endocrinas y regulan todas las actividades fisiológicas.
Éstas sustancias se liberan directamente al torrente sanguíneo con órdenes específicas para cada órgano o tejido para que éstos ejecuten las acciones que les son propias en la medida necesaria para cada momento.
Solo cuando el proceso se cumple a la perfección podemos hablar de “homeostasis” o equilibrio dinámico del organismo.
DESEQUILIBRIO HORMONAL
Nuestro sistema endocrino es por tanto un conjunto que necesita el equilibrio. De él y de sus hormonas depende que las reacciones fisiológicas se produzcan dentro rangos óptimos para gozar de una buena salud. Por ello fluctuaciones severas en los niveles hormonales, concretamente de estrógeno, testosterona y progesterona ocasionan cambios en muchos aspectos de la salud como son: el estado de ánimo, la composición corporal, el nivel de energía y la capacidad de concentración, entre otros muchos.
De forma natural nuestro cuerpo disminuye la producción de hormonas a medida que envejecemos, pudiendo bajar a niveles críticos a partir de los 40 y 50 años. Así, la menopausia en las mujeres y la andropausia en los hombres es la principal causa de desequilibrio hormonal.
Los desequilibrios hormonales se pueden manifestar por una constelación de síntomas según la hormona en cuestión y la naturaleza o gravedad del problema. A continuación, se muestran algunos ejemplos de síntomas que indican un desequilibrio hormonal:
- Fatiga
- Pérdida de peso o aumento de peso
- Disminución de la libido
- Sofocos
- Sequedad vaginal
- Disfunción eréctil
- Intolerancia al frío
- Irritabilidad
RECUPERAR EL EQUILIBRIO
Podemos restablecer los niveles hormonales siguiendo buenas pautas de alimentación, ejercicio y reduciendo el estrés. Sin embargo, cuando existe un desequilibrio hormonal severo con una sintomatología que merma la calidad de vida es necesario reponer los niveles adecuados.
Y aquí viene lo importante… En primer lugar, la terapia de reemplazo debe contar con hormonas reconocibles por el organismo para llevar a cabo todas sus funciones fisiológicas. También deben estar disponibles en las cantidades necesarias para cada momento en función del nivel de actividad. El suministro a los órganos debe recrear el sistema original, es decir su liberación debe ser a través del torrente sanguíneo. Sin pasos intermedios como el hepático en el caso de las pastillas o la asimilación a través de la piel como los geles o parches.
Las hormonas bioidénticas tienen la misma composición y estructura a las producidas en el cuerpo y el pellet (implante subcutáneo) es la única vía de administración que garantiza la correcta disponibilidad en todo momento y por períodos superiores a 3 meses. Por ello el pellet hormonal bioidentico es la única forma de reemplazo hormonal que puede restablecer el equilibrio hormonal de forma permanente, sin daños hepáticos y problemas de contaminación cruzada.
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